QUETZAL
Esta ave monógama habita los bosques tropicales y subtropicales y se alimenta de aguacatillos, insectos y moluscos, lagartijas y ranas, entre otros, mientras sus depredadores naturales son la tucaneta verde, las ardillas y otros mamíferos nocturnos; los búhos, halcones y aguilillas, pero sobre todo los humanos que lo capturan para venderlo como mascota, sin saber que no sobrevive al cautiverio.
La belleza de esta ave reúne unos ojos redondos y oscuros que le aportan un aire apacible, un incipiente penacho coronando la cabeza que remata con un pequeño pico amarillo intenso y, sobre todo, un plumaje espectacular reluciente y vistoso en el macho que exhibe en los casi 42 centímetros de su cuerpo tonalidades iridiscentes rojo en el vientre; naranja, amarillo, azul y verde esmeralda en el resto del cuerpo y en la espectacular cola de cuatro plumas de hasta un metro de largo que revela su dimorfismo sexual.
La hembra es de colores verde y gris más opacos y sin plumas largas en la cola.
Los antiguos mexicanos ornamentaban penachos, estandartes y vestiduras de soberanos y sacerdotes con las plumas del quetzal (del náhuatl, quetzalli: cola de plumas brillantes, y del maya, pluma brillante y preciosa), considerado símbolo de poder y de riqueza, de la fertilidad, de la abundancia y de la vida.
La ciencia ha encontrado a los antepasados del quetzal en ecosistemas similares de África, Europa y Asia pues, al igual que otros especímenes de la familia de los Trogonidae, sus patas tienen dos dedos hacia delante y dos hacia atrás.
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