La moralidad como realidad estructurante de lo humano
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Esquema del acto voluntario |
Para el caso de los animales, las respuestas que éstos ofrecen al
medio ambiente son siempre de carácter mecánico y unívoco. Hay así un
“ajustamiento” perfecto gracias a su dotación y determinación biológica
que les hace responder ante los estímulos siempre de una forma y no
de otra. A este ajustamiento se le denomina “justeza”, y se produce de
forma automática.
Ahora bien, mientras en los animales hay siempre respuestas unidireccionales
y repetibles mecánicamente, en el ser humano la respuesta
no se produce de forma automática, y en esta no determinación de la
respuesta, se produce el primer momento básico de la libertad, gracias a
que el hombre se encuentra libre de estos estímulos del medio ambiente
y puede adaptarse de múltiples formas gracias a que posee inteligencia,
misma que le permite hacerse cargo de su situación de manera libre y
consciente. Y no sólo porque la respuesta no viene ya biológicamente y condicionada, sino porque, precisamente por esta razón, tiene que justificarla.
A este tipo de ajustamiento humano, se le denomina “justicia”.
Aún y cuando en el animal el ajustamiento con respecto al medio se produce
de realidad en realidad —de organismo a organismo- directamente, en
el caso del ser humano se da indirectamente, a través de la posibilidad y la
libertad, es decir, libertad no sólo de tener que responder unívocamente,
sino también libertad para preferir en vista de algo, convirtiéndose así
los estímulos en instancias y recursos, esto es, en posibilidades.
En una palabra, mientras al animal le está dado el ajustamiento, el
hombre tiene que hacer ese ajustamiento. .. es decir, tiene que justificar
sus actos. La justificación es, pues, la estructura interna del acto
humano. Por eso, en vez de decir que las acciones humanas tienen
justificación debe decirse que tienen que tenerla; que necesitan
tenerla para ser verdaderamente humanas.
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